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Familiares de la novia esperan para ingresar a la recepción de una boda en una comunidad afrodescendiente en Juncal, Ecuador, el 26 de mayo de 2018. La imagen forma parte de la historia “Cimarrona” de Johis Alarcón, centrada en las hijas, nietas y bisnietas de esclavos africanos que fueron llevadas a Ecuador y mantienen dicho legado en sus creencias espirituales. Foto de Johis Alarcón

Ojo Latino es una nueva columna de fotografía para la revista digital News Photographer de la NPPA. Anita Baca, editora fotográfica de The Associated Press radicada en la Ciudad de México, escribirá de manera ocasional una columna acerca de fotógrafos latinoamericanos.

Ojo Latino

En inglés

Una página web que da a conocer a las fotógrafas latinoamericanas

Por Anita Baca

Conocer a la venezolana Verónica Sanchis Bencomo, fundadora y curadora de Foto-Féminas, durante el Taller de Fotografía de Mujeres en Quito, Ecuador, fue un verdadero placer. Ambas compartimos la afición por entrevistar a fotógrafos acerca de su trabajo. Verónica es una mujer de carácter compasivo y generoso y poseedora de una inmensa energía que le permite hacer realidad sus ideas. Es muy apreciada por ello y cuenta con un grupo fiel de seguidores.

Las mujeres con las que me puse en contacto, a la sola mención de su nombre, me proporcionaron encantadas las fotografías que ilustran esta columna; estaban felices de que Verónica apareciera en la publicación.

Verónica fundó por sí sola Foto-Féminas, una plataforma digital que cataloga y preserva el trabajo de fotógrafas de América Latina y el Caribe.

Verónica Sanchis Bencomo posa para una selfi mientras viaja en un auto convertible en Hong Kong, el 31 de marzo de 2021.

Cuando era apenas una adolescente, Verónica pasaba el tiempo en su casa de Caracas, Venezuela, creando narrativas visuales con fotografías de su familia y organizándolas en un enorme álbum de fotos. Adornaba las portadas con imágenes recortadas de revistas National Geographic que compraba en un quiosco local.

A Verónica nunca se le ocurrió estudiar fotografía; su pasión por recopilar imágenes y catalogarlas era más bien una especie de pasatiempo. Incluso recuerda que la fotografía “no era considerada una carrera seria en Venezuela en ese momento”. En realidad, pensaba estudiar sociología.

A los 17 años, Verónica se tomó un año sabático y viajó al Reino Unido para estudiar inglés. Allí, aprendió que la fotografía podía ser una labor seria. Un día, su profesor de inglés le preguntó: “¿Qué es lo que realmente quieres hacer con tu vida?”. Y en ese momento, lo supo.

Al poco tiempo, comenzó a trabajar como voluntaria en la biblioteca del Centro Internacional de Fotografía en la ciudad de Nueva York, donde se desempeñaba como profesora auxiliar. Allí, descubrió las obras de los fotógrafos más famosos y reconocidos, y otras, aún más extraordinarias, realizadas por personas de las que nunca había oído hablar. Y comenzó a cuestionarse acerca del trabajo de sus contemporáneas. Tenía curiosidad por saber qué estaban haciendo las fotógrafas de su edad. Se planteó que, seguramente, debía haber mucha actividad en una región tan vasta como América Latina.

Y la había, pero los caminos para que un fotógrafo pudiera conseguir un reconocimiento de su labor eran bastante limitados. Solo unos cuantos eran conocidos fuera de la región. Antes de mudarme a Ciudad de México, me hubieran venido a la mente los nombres de apenas dos fotógrafos latinoamericanos: Sebastião Salgado y la reconocida Graciela Iturbide. Y tras vivir más de 10 años en la capital mexicana podría haber elaborado de memoria una lista de fotógrafos de varias agencias, pero, como se puede suponer, la mayoría de ellos eran hombres.

Pero Verónica cambió esta situación cuando lanzó Foto-Féminas el 1 de enero de 2015, presentando el trabajo de la fotógrafa argentina Lorena Marchetti. No fue un lanzamiento ostentoso, sino una suerte de nacimiento simbólico y reflexivo que dio vida a un archivo digital en constante crecimiento, que cada mes muestra el trabajo de una fotógrafa latinoamericana.

En el caso de Lorena, su pasión es explorar los paisajes de América Latina, prestando especial atención a fotografiar las afueras de cualquier ciudad. Antes incluso de que la fotografía con drones cobrara importancia, ella ya escalaba colinas y terrazas para captar las mejores vistas panorámicas de esta paleta cromática, explorando el espacio, el contexto y la cultura.

De la serie “Periferias”, Lima, Perú, 2013. Foto de Lorena Marchetti

“Cada uno de los barrios populares o barrios nuevos, como son llamados, que al mejor estilo de corales conforman un arrecife, surgidos de la nada, se convierten en epicentros y asentamientos informales que van conformando el mosaico de la ciudad, creando paisajes muy propios”, declaró Lorena a Foto-Féminas.

La diversidad de estilos del sitio web es excepcional y abarca desde fotografía documental hasta conceptual.

Foto-Féminas acoge la mirada femenina, que es compleja y refrescante, que explora las duras realidades de la vida y desafía las normas sociales. Entre sus temas comunes se encuentran la familia, la cultura, la feminidad y la autorreflexión, lo que está ayudando a eliminar poco a poco la visión estereotípica de que América Latina es una población homogénea. Basta apenas un poco de reflexión para darse cuenta de que la región está compuesta por 33 países con culturas y tradiciones diferenciadas.

Ana Espinal, la fotógrafa cuyo trabajo fue destacado en la publicación de mayo de 2020, nació y se crio en República Dominicana. Su serie fotográfica titulada “Una parte de mí” se centra en el ciclo menstrual y busca disipar la vergüenza que suele asociarse con la menstruación. “Estoy interesada en transmitir la intimidad del cuerpo femenino, el dolor y las imperfecciones de las que hoy en día no hablamos abiertamente y que permanecen invisibles”, le dijo a Verónica.

De la serie “Una parte de mí”, 2019. Fotos de Ana Espinal

La artista visual y fotógrafa chilena Gabriela Rivera Lucero, que aparece en la publicación de noviembre de 2017, aborda el lenguaje y la cultura en la que se usan nombres de animales para denigrar a las mujeres, como “perra”, “víbora”, “cerda” y “mosquita muerta”, es decir, una mujer manipuladora o de dos caras. Gabriela se hace autorretratos usando máscaras que cose utilizando pieles y entrañas de animales. “Trabajo con materia orgánica post mortem, restos de animales que significan un consumo carnívoro en serie, desapegado del cuidado animal, en la que se ha tornado una criatura despojada de afecto y/o extirpada de su condición natural”, dijo.

“Perra” (izquierda) y “Encuentro zorra y arpía I” (derecha), de la serie “Bestiario”, 2015. Fotos de Gabriela Rivera Lucero

Las fotógrafas Gabo Caruso de Argentina, Ana María Arévalo Gosen de Venezuela y Constanza Hevia H. de Chile adoptan el enfoque documental, y nos presentan a niños trans, mujeres encarceladas en Venezuela y lo que implica envejecer, respectivamente.

Gabo, la fotógrafa que apareció en la publicación de septiembre de 2019, nos muestra a Cora, quien una noche, cuando tenía apenas tres años, le dijo a su madre: “Cuando sea mayor, quiero ser una niña”. Eso fue en 2014, antes de que Cora se convirtiera en Cora. En su sitio web, Gabocaruso.com, Gabo escribió: “Conocí a Cora a sus siete años, dos otoños después de haber realizado su tránsito. Cora pertenece a la primera generación en realizar su tránsito desde pequeña. Estas infancias están realizando una verdadera revolución de género. Mi deseo es continuar fotografiándola durante toda su vida”.

Una instantánea de Cora en tacones antes de su transición, colocada encima del diario en el que su madre escribe sobre la transexualidad de su hija, en Barcelona, España, noviembre de 2016. Foto de Gabo Caruso
Cora saltando sobre un juego inflable durante la demostración del Orgullo de 2019 en Barcelona, España, tres años después de haber hecho su transición de niño a niña. Foto de Gabo Caruso

El proyecto de Ana, “Días eternos”, que aparece en la publicación de marzo de 2020, revela las condiciones en los centros de detención preventiva y en las prisiones de mujeres en Venezuela. Estas mujeres son condenadas a un mínimo de 45 días, pero algunas permanecen detenidas durante mucho más tiempo, años incluso. No reciben comida, agua ni atención médica y necesitan ayuda del exterior para sobrevivir. En septiembre, Ana recibió el premio Camille Lepage, que viene acompañado de una subvención económica de 8000 euros que le permitirá ampliar su proyecto fotográfico a nivel regional.

Una mujer transgénero golpeada y obligada a esperar su juicio en una cárcel para varones se apoya contra los barrotes de una celda en Valencia, Venezuela, en enero de 2017. Foto de Ana María Arévalo Gosen
Mujeres descansando en una celda en Valencia, Venezuela, en marzo de 2018. La imagen forma parte del proyecto fotográfico “Días eternos” de Ana. El nombre del proyecto proviene de la descripción que hizo una de las detenidas para referirse al tiempo que pasó en un centro de detención sobrepoblado a la espera de su juicio. Foto de Ana María Arévalo Gosen

En el ensayo fotográfico “The time I have left” (El tiempo que me queda), Constanza retrata el último año de vida de Hugo Küschel, el hombre más viejo de la aldea de sus abuelos. En él, aborda la pérdida de memoria y la confusión de los ancianos y su relación con la muerte. Ella aparece en la publicación de octubre de 2018.

Hugo Küschel mira fotografías de su pasado en Las Cascadas, Chile, el 31 de julio de 2017. “Le pregunto cuál le parece importante, pero nunca me da una respuesta concreta”, escribe Constanza. “Divaga de una cosa a otra. Su mente es como un collage”. Foto de Constanza Hevia H.
Hugo Küschel observa cómo el viento mueve los árboles en su finca durante un día de invierno en Las Cascadas, Chile, el 25 de julio de 2016. Foto de Constanza Hevia H.

En cada publicación de Foto-Féminas se incluye una breve biografía de la fotógrafa, se le plantean algunas preguntas y se brinda un resumen que explica su obra. Nunca se deja al visitante tratando de adivinar qué es lo que está mirando o por qué es importante. Verónica nos cuenta que cada texto se publica tanto en inglés como en español con el fin de llegar a un público más amplio.

Hasta la fecha, nos ha presentado a más de 80 fotógrafas latinoamericanas; varias de ellas aún estudiantes, algunas recién empezando en el mundo de la fotografía y otras ya con una trayectoria profesional. Lo que le importa a Verónica es el nivel de compromiso de las fotógrafas con su trabajo. No le interesan fotos hechas desde un paracaídas en un país extranjero o instantáneas maravillosas de unas vacaciones. Prefiere proyectos con “una narrativa coherente y una voz poderosa”. Hoy en día, está especialmente interesada en presentar más trabajos que se centren en los problemas del medio ambiente.

Una mujer chola de pie al lado de su hija en la cima de una montaña cerca de La Paz, Bolivia. La imagen forma parte del proyecto “Cholita tenías que ser”, en el que se explora la razón por la que las cholas aún conservan su tradición, a pesar de que durante años fueron vistas como ciudadanas de segunda clase. Foto de Sara Aliaga

Durante un tiempo, todo lo que se conocía de América Latina era violencia, pobreza y corrupción. Usualmente esta perspectiva provenía de un extranjero, y lo más probable era que este fuera un hombre.

Esto no significa que Verónica piense que se debería suprimir todo lo feo, lo trágico o los horrores. Más bien, plantea que debería haber un mayor equilibrio en los tipos de historias que cuentan los fotógrafos y en quiénes cuentan estas historias.

Un grupo de niñas se visten para el quinceañero de su prima Kerly, en su casa ubicada en la provincia costera de Los Ríos, Ecuador, el 12 de abril de 2012. La imagen forma parte del proyecto a largo plazo “La Mariana” de Karla, que documenta la vida del clan Aguayo, una familia muy unida de vaqueros y vaqueras ecuatorianos, conocidos como “montubios”, y su conexión con su entorno. Foto de Karla Gachet

El sitio web cumple con su misión: crear una comunidad virtual de fotógrafas latinoamericanas en la que estas puedan presentar su trabajo con la esperanza de encontrar nuevas oportunidades. De hecho, varios editores ya se han puesto en contacto con Verónica para poder contactar a algunas de las fotógrafas que presenta en su página. “No me considero una agente ni nada por el estilo, pero [ponerlas en contacto] siempre me produce la mejor sensación del mundo”, dice.

Para mí, como fotógrafa y editora desde hace más de 30 años, es un placer ver a las mujeres tomando el control de sus propias narrativas culturales. Y Verónica ha ayudado a que eso suceda.

Anita Baca es editora fotográfica de The Associated Press y vive en Ciudad de México. Puede ponerse en contacto con ella en [email protected]. Baca escribirá de manera ocasional una columna sobre fotógrafos latinoamericanos para News Photographer.

Verónica Sanchis Bencomo (1986) es una curadora y fotógrafa hispanovenezolana que se especializa en retratos de personas y temas de actualidad. Luego de vivir cinco años en Hong Kong, Verónica está en proceso de mudarse a la ciudad de Nueva York con sus dos hijas y su esposo, Mikko. Además de su carrera fotográfica, también dedica tiempo a su segunda pasión: realizar entrevistas a fotógrafos para publicaciones en línea e impresas. Su más reciente artículo, titulado “In Search of Life’s Small, Ephemeral Qualities” (En busca de las pequeñas y efímeras cualidades de la vida), fue publicado en el mes de julio en el sitio web phmuseum.com.

Puede ponerse en contacto con Verónica a través de sus cuentas en redes sociales: Twitter: @VeronicaSanchis | Instagram: @veronicasanchis

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